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Rebaño de ovejas en los campos de Guareña.
Clemente Yáñez, el albéitar de Guareña solicitado en todo el Reino

Clemente Yáñez, el albéitar de Guareña solicitado en todo el Reino

Con pocos estudios logró grandes aciertos en la medicina y fue autor de algunos manuscritos de cirugía

PEDRO FERNÁNDEZ LOZANO

Jueves, 16 de febrero 2017, 18:34

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En una de las investigaciones habituales del vecino Valentín Casco Fernández, diplomado en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, curiosa historia cuenta del paisano famoso Clemente Yáñez, publicado en sus números de curiosidades histórica sobre personajes de esta villa, este episodio concreto que data del siglo XVIII.

Yáñez se hace protagonista de este mes en la sección Guareña en el recuerdo, por su singular profesión, pero sin igual en el acierto de la medicina y la cirugía, pues sin estudio particular de esta profesión logró ser muy solicitado en todo el Reino para los lances más deplorables de las enfermedades, consiguiendo en ellos unos aciertos casi milagrosos. Y además consiguió ser autor de algunos manuscritos de cirugía.

Antes de que se dijera veterinario, la palabra empleada para los que curaban a los animales, especialmente de caballerías, era albéitar, que era una palabra de origen árabe, al-baytar.

Cuenta el investigador Casco que una de las recetas particulares del albéitar de Guareña, y por muy especial, que aunque no está practicada en los brutos, está experimentada en los racionales. Es pues la composición de esta receta, tan admirable como fue celebrado su autor, que, sólo con decir Clemente el de Guareña', de Extremadura, se dice el célebre en curar muchas dolencias deploradas en los racionales.

Sirve esta medicina para curar las destilaciones de la cabeza, por rebeldes que sean y así se tiene por experiencia que han sanado muchos a quienes tenían capitulares los médicos por tísicos y éricos, solamente con la aplicación de ellas.

Y la composición de la receta es la siguiente: Goma de yedra, zumo de sus cogollos y cera blanca, resina de pino muy limpia, trementina fina, aceite rosado y amoniaco. Prosigue la historia de la receta de Clemente Yáñez, diciendo que todo esto, habiendo derretido las gomas en un perol o cazo, se mezclaba con ellas, echando harina de habas, la que basta para dar la mediana consistencia a la mixtura. Prosigue el Albéitar de Guareña diciendo que, hecha ésta, se tiende en forma de cruz y se pone en la cabeza, tomando la parte de las comisuras, de modo que coja hasta los extremos de ellas, tanto en la sagital, como en la coronel.

El tiempo que la ha de tener puesta en la cabeza son 40 días, poco más o menos, y si hubiere necesidad se repetiría; previniendo, que si tiene mucha humedad, se quita el pegado, se limpia y se vuelve a poner.

El régimen que debiera seguir el enfermo, era el de comer puchero con frecuencia, y beber el agua lo caliente que pueda sin quemarse, todo el tiempo durante los 40 días; y si más tiene puesto el pegado, más, que es decir, que todo el tiempo que le tenga puesto ha de seguir esta práctica, sugería Yáñez, nuestro paisano que vivía por el año de 1740 en Plasencia, y aunque residió durante un tiempo en esta ciudad, puerta del Valle del Jerte, parece ser que falleció en Cáceres.

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