Borrar
Perico el ciego tocando el acordeón rodeado de su familia.
Perico el ciego, un personaje entrañable de la localidad que vivió de la caridad de la gente

Perico el ciego, un personaje entrañable de la localidad que vivió de la caridad de la gente

De niño quedó invidente a causa del sarampión, estuvo en un colegio jesuita sevillano y allí aprendió a tocar la guitarra y el acordeón, volvió a Guareña y su vida la dedicó a vender agua a domicilio y a recordar las fiestas onomásticas a las puertas de las casas.

PEDRO FERNÁNDEZ LOZANO

Viernes, 24 de noviembre 2017, 19:09

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Gracias a la actividad deportiva-cultural que realiza el departamento de la concejalía de deportes del Ayuntamiento, la conocida como ruta del melón, que este año se ha centrado en la música, nos ha hecho recordar a un personaje entrañable en Guareña allá por los años 60-70, a Pedro Pascual Román, más conocido por Perico el ciego.

Lo de su profunda ceguera en los dos ojos le vino a consecuencia de la enfermedad del sarampión cuando era niño, según su nieta Gloria Carroza Pascual, que también lo corrobora el hijo de Perico el ciego, Juan José Pascual Gutiérrez, "le hicieron una operación de niño y le hicieron daño en los dos ojos y se quedó ciego", "antes no había tantos adelantos como ahora", dice su hijo, quien nos cuenta la historia de su padre desde la distancia, pues vive desde hace muchos años en Cataluña, en Palafolls (Barcelona).

Dice el refrán que "estudia más un necesitado, más que un abogado" o "más discurre un hambriento que cien letrados", lo que viene a justificar que el estar en apuros hace aumentar el ingenio. Esto le pudo haber pasado a Perico el ciego. La necesidad abre más horizontes que la ambición, que el amor, la habilidad, ni ninguno de los móviles por los cuales llegan al éxito las personas. El hombre no sabe de lo que es capaz hasta que se ve obligado por cualquier circunstancia a valerse de sus fuerzas. Y Pedro Pascual vivió de la caridad humana toda su vida.

"Estudió en un colegio de jesuitas en Sevilla y aprendió a tocar muchos instrumentos", dice Juan José, "tenía mucha facilidad, era muy inteligente", también ingenioso, "no le engañaba nadie". Por su condición de ceguera profunda tuvo que buscarse la vida acompañado siempre de su mujer Manuela Gutiérrez Puerto, de Calamonte.

Vivieron en la plaza Vieja y tuvieron cuatro hijos: Josefa, que vive en Barcelona; María Dolores, que vive en Mérida en un convento cuidando a enfermos; Juan José, vive en Paslafolls; y Tomasa, falleció en Guareña. "Tuvieron más hijos pero fallecieron de pequeño", cuenta Juan José.

Perico el ciego se dedicó muchos años a vender agua a domicilio por las calles del pueblo, principalmente al cobijo de su mujer Manuela. También vendía pollos, gallos, algún jamón, y en navidades juguetes para niños, lo vendía todo a través de rifas. Así podía mantener a su familia. Pero tuvo otra faceta que dominó pese a estar ciego, tocaba el acordeón a las puertas de los domicilios en forma de serenata en las onomásticas de San Pedro, San Juan, Virgen del Pilar, etc. Al llegar al sitio elegido sonaba armoniosamente el acordeón de Perico el ciego, de forma pausada, melodiosa casi siempre comenzaba por 'La campanera' de Joselito; y después se le convidaba por la atención y la estancia agradable con la música. Sin ver nada supo agradar las noches a muchos vecinos y con su música vivió de la caridad de la gente. También sonó 'la campanera' en la plaza Vieja la noche de la ruta del melón.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios