Cierra el bar Oliva después de 56 años abierto

El pasado mes de septiembre, el 19, cerró sus puertas el Bar Oliva después de 56 años abierto al público. Así siempre se le ha conocido en la población y así siempre constaba en todo el papeleo oficial. Un bar auténtico, de los de grabar un capítulo, o dos, de 'Cuéntame cómo pasó'. Ha mantenido su estructura desde siempre, su bóveda primitiva (ya existía antes de ser bar), su barra de más de trece metros con estribo para apoyar un pie, con mostrador alto y de formica, el piso con baldosas de terrazo en las que la capa superficial deja los áridos vistos, una columna en el medio, ventiladores de aspas, amplio y gran escaparate hacia la calle Túnel… Un bar «de los de antes, de los de siempre», así se le conocía y se disfrutaba de su espacio. Todavía su amplia fachada conserva los azulejos de cerámica con redondelitos de relieves.

En este bar han entrado clientes de todo tipo, pero mayoritariamente gente obrera, también labradores y de todos los oficios habidos en la localidad. Era también un bar de encuentro para amigos, para alternar, para pagar y cobrar jornales, así como contrataciones para faenas en el campo… Y, como no, para artistas que venían a representar funciones o actuar en compañías teatrales o musicales en el Teatro Victoria Esperanza. Grandes artistas salían del vestuario del teatro por la puerta que da al Túnel y entraban al bar Oliva para disfrutar del descanso después de la función.

Un bar que no tenía instalado ningún aparato de aire acondicionado. No le hacía falta. Desde el pequeño patio exterior entraba el fresco hasta salir por la puerta principal del bar, lo que le daba una excelente comodidad natural. Una parra de uva tinta preside el pequeño patio donde también estaban los aseos.

Mariano Domínguez Capilla, joven de Valdetorres entonces, era obrero en el Bar Jaque, en calle Grande, entre 1974 y 1975. Aquí estuvo trabajando poco tiempo y después se fue al Bar Oliva que abrió en la feria de mayo de 1967 por sus dueños Santiago Oliva García y esposa Carmen Llanos Martínez, en calle Túnel.

En este bar se ha pasado Mariano más de media vida larga trabajando, atendiendo sus instalaciones, limpiando, fregando, aseando servicios, controlando pedidos, revisando y pagando facturas, lidiando con comerciales…, pero sobre todo despachando y sirviendo bebidas a su clientela. Una clientela donde Mariano nada más ver entrar por el bar ya tenía preparado el café, o la cerveza o el chato de vino. Se conocía a todos sus clientes por la costumbre diaria. Reconocían los parroquianos que el botellín de cerveza del bar Oliva era el más frío, luego la cerveza sentaba más a gloria.

En cuanto a los aperitivos, Mariano los servía en platos de acero inoxidable de toda la vida. No había problema que se cayeran al suelo. También tenía los redondos de porcelana. En estos platos, Mariano traía el aperitivo de rigor para acompañar al vino o la cerveza que, de la mano de su esposa Marisol Oliva Llanos, eran de agradecer, sobre todo el higadito con aquella salsa tan rica que daba pena se fuera para el fregadero, pero Mariano ya se encargaba de acompañarla con trozos de pan. Dichos higaditos, su receta, fue bien transmitida por Carmen a su hija Marisol que, afanada en la cocina del bar, es la encargada de elaborar los gustosos aperitivos.

Mariano ha cotizado al fisco durante 45 años y nueve meses. En el Bar Oliva ha estado trabajando 40 años, que se dice pronto. Se diría entonces que habiéndose cerrado el bar Oliva, también se fue el último mohicano de aquellos grandes bares que tuvo Guareña. Otro buen recuerdo más para la historia del pueblo.

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