

Un documento gráfico aportado por el vecino Francisco Miguel Monago Gallardo, universitario y experto en Historia, nos lleva a recordar el pasado en la investigación acerca de la Cruz de las Garfios. ¿Dónde estaba? ¿Cómo era? ¿Qué forma tenía? ¿A qué se debe su construcción? ¿Qué se celebraba en su entorno?... Los curiosos lugareños se han preguntado mucho sobre estas cuestiones.
Siempre se ha oído en Guareña que la Cruz de los Garfíos estaba al norte del casco urbano, levantada muy cerca de la pared de la conocida bodega de Antonio López. Pero también a la zona, lo que hoy es El Coto, talleres y viviendas, se conocía por Cruz de los Garfios. Allí jugaban al fútbol los jóvenes vecinos, también servía de paseo y como lugar de trabajo en la era donde se trillaba el cereal… El monumento se alzaba a las afueras del pueblo, hoy avenida de «el Royo«; ¿«Royo»? ¿No sería más acertadamente El Rollo y se tratase por tanto de una errata del callejero?
Según Antonio Herrera Casado, cronista oficial de Guadalajara, dice que El Rollo era símbolo de soberanía y jurisdicción, que representaba el concepto de soberanía autónoma en lo jurisdiccional por parte de una localidad que lo exhibía, y que tenía por tanto el título de villa. El lugar de esa vía en Guareña nos lleva a pensar que podría haber existido en el pueblo un Rollo, ¿pero dónde exactamente? Debía ser a la entrada de la villa. Sí, un Rollo representando haberse desligado jurisdiccionalmente del Condado de Medellín al que Guareña pertenecía como tantos otros pueblos de la comarca. Las villas que podían erigir y exhibir públicamente un Rollo, lo hacían en virtud de algunos de estos tres mecanismos: concesión del título de villa por el Rey o señor, escrituras de fundación de una nueva villa, o por cambio de jurisdicción y nombramiento de villa. Lo de conseguir título por ayudar al Rey era muy normal. Guareña ayudó en la Guerra de Sucesión al monarca Felipe V, cuenta el cronista Herrera.
Los Rollos y Picotas, también cruces, se erigían a las afueras del pueblo, ya que también servía para ejecutar a reos, con lo que este monumento de piedra era también símbolo penal, donde los condenados debían someterse al escarnio y la vergüenza pública (de ahí viene la frase «poner a uno en la picota«), o donde incluso eran justiciados, quemados, ahorcados o colgados de unos garfios de hierro. Se colocaban, como hemos dicho, a las afueras del pueblo junto a un cruce de caminos. En otros casos, se veían cruces de piedra sobre un basamento, situadas en el arcén de acceso al municipio, o ubicadas sin más en un cruce de caminos; de ahí que se llamasen Cruceros. Estas cruces tenían símbolo de religiosidad y garantía de protección divina.
Estos símbolos se alzaron en los siglos XVI y XVII, pero todavía en el XVIII se elevaron en algunas villas, aunque ya en franca decadencia. Podría ser el caso de la aldea de Guareña, cuando el capitán y vecino, Juan de Llanos Mancha, consiguiese la independencia de Medellín mediante Real Cédula, ejecutada el día 29 de junio de 1734 y, por tal motivo, tuviese la villa un Rollo en recuerdo de aquella hazaña de independencia. Después, tras las Cortes de Cádiz en 1812, se promulgaron decretos para destruir estos monumentos, ya que a partir de entonces se atribuyó la potestad de juzgar con exclusividad a los tribunales de justicia. Algunos pueblos quitaron Rollos y Picotas, otros decidieron transformarlos, darles aspecto religioso o convertirlas en Cruceros.
Ya lo cuentan las crónicas de Rivarola en 1720, como agradecimiento a la ayuda que prestó la población de Guareña a Felipe V en la Guerra de Sucesión por voluntarios vecinos, el monarca le concede el título de «Fiel«, en 1717. Y este podría ser también el motivo de levantar un monumento en recuerdo a la gesta solidaria de los vecinos de Guareña con el monarca.
Pues bien, el documento gráfico muestra una celebración de vecinos al sitio de la Cruz de los Garfios. Se aprecian cuatro ventanas de una bodega, lo que viene a coincidir con los testimonios de vecinos mayores sobre el lugar donde conocieron este crucero, en la avenida «El Rollo« junto a la bodega de Antonio López. La cruz podría tener una altura de «dos metros, de granito, con escalones…», según cuentan los mayores. En la imagen se aprecia estar muy decorada que apenas se ve el crucero. La gente se concentra alrededor del monumento, debía ser un día señalado en el calendario, por la vestimenta «fina» de niños y adultos. Delante del altar se ve una campana. Muchas sombrillas… Todo hace presagiar que podría tratarse de una fiesta en el mes de mayo, ¿la Cruz de Mayo? Por dicho lugar pasaba un Cordel Real, coincidiendo con la entrada al pueblo (calle Medellín). Por tanto, un gran cruce de caminos, entrada al pueblo, una vía que se llama «El Royo« (mal escrito en el callejero) y una cruz denominada por la rumorología popular »Cruz de los garfios«. Premisas estas que tejen lo que en principio contábamos acerca de Rollos, Picotas y Cruceros. Por fin, encontramos en fotografía la Cruz de los garfios que tanto oímos y escuchamos a los mayores. ¿Qué fue de ella? Otra cosa que perdimos de la historia de Guareña.
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