

El Mercado de Abastos fue construido por el arquitecto Francisco Vaca al sitio de El Santo, frente a la iglesia parroquial de San Gregorio. La construcción de este inmueble es cuadrangular. No siempre tuvo la cubierta que hoy presenta. Las autoridades municipales han apostado por invertir diferentes reformas con el paso de los años.
Pasa el tiempo y se convierte en un lugar madrugador. Era donde la actividad laboral del lugareño comenzaba bajando hacia el centro del pueblo, hacia donde se custodia la imagen del Santo San Gregorio. Es por ello entonces que este lugar se conozca por 'El Santo'. Y el Mercado de Abastos quiso el Ayuntamiento de la ciudad se construyese frente al Santo.
Después con los años se implantaron a su alrededor negocios como churrería, tiendas de ultramarino y fruta, estancos, y bares. Hasta seis bares hubo en torno al Mercado.
Una generación de hombres y mujeres, madrugadores obreros despertaban cada mañana el Mercado de Abastos. El que abría la plaza con frecuencia era el conserje Fermín Cortés, a las siete de la mañana; también Nicolás López. Después iban llegando los demás que ilustran las imágenes de esta noticia de 'Guareña en el recuerdo', y otros que no están en las imágenes que ilustra la noticia. José Romero, Vicenta, Maribel Gallardo, Nico López, María Romero, Mari Pascual (la más juvenil con tan sólo 17 años empezó la fruta), José Luis y Miguel Ángel Espino, Andrés Monago, Fermín Cortés (conserje), Pedro Romero, Tomás Fernández, los hermanos López, Diego y Juan, Antonio Quesada, Dimas Roldán, Octavio, José Corchuelo, Eustasio Espino... Los puestos de la carne rodeaban el perímetro del mercado, y por el interior se situaban las verduras y pescados. Muchos carritos rodeaban el mercado a las afueras del mismo, los que transportaban verduras, pescados y hasta carnes.
Había un espacio para el conserje Fermín dentro de la plaza, y en la pared de este cuarto se situaba una campana de bronce, para el uso del retiro de la plaza por parte de clientes y negocios. También la campana servía para anunciar Bandos y pregones por parte de Eduardo Prado Reyes, el pregonero natural de Montemolín que se vino a Guareña. «Se hace saber por parte del señor alcalde…«, así iniciaba su canto pregonero Eduardo. Previamente con el uso de un cornetín de cuerpo cilíndrico, curvado, lo tocaba situado en varios puntos de la villa, en el mercado y en esquinas del pueblo, que al toque de su cornetín realizaba el típico pregón con su corneta apuntando al cielo comunicaba a los lugareños los bandos del ayuntamiento, los trabajos comunales y cualquier acontecimiento digno de reseñarse.
Los puestos de carne estaban alrededor dentro del mercado, y por el interior se situaban las verduras y pescados, artículos frescos que se vendían con voceríos a cuales más fuertes, para llamar la atención del cliente.
Esta fue una generación de madrugadores vecinos que despertaban cada día el Mercado de Abastos vestidos con batas blancas y mandiles de color oscuro.
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