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Leo y Antonio en su casa de Guareña.
Dos vidas del sur de España se conocen en un cine suizo

Dos vidas del sur de España se conocen en un cine suizo

Un cerrajero sevillano y una guareñense de la calle Arroyo coinciden en Friburgo para vivir 33 años trabajando en el Cantón occidental, seguir juntos, y ahora deciden descansar tranquilos en Guareña

Pedro Fernández

Sábado, 16 de enero 2016, 23:08

Antonio Ramírez Moreno es garrobeño, natural de El Garrobo, un pueblecito a 40 kilómetros de Sevilla. Nace el 15 de octubre de 1950. A los 6 años se marcha a Málaga a estudiar en escuela secundaria para aprender el oficio de la cerrajería. Su madre, Dolores Moreno, quería que siguiera estudiando, pero Antonio lo que quería era trabajar en este oficio, y con 14 años ingresa de aprendiz. Cuatro años después se hace oficial y con 19 años se marcha a Friburgo, una pequeña ciudad en la Suiza occidental, situada en el camino entre Berna y Lausana. El Sarine (en francés) o Saane (en alemán) es el río que atraviesa la ciudad. Allí se instala junto a su familia encabezada por su padre, José Ramírez.

Estando en Friburgo no le convalidan el título obtenido de cerrajero obtenido en Málaga, con lo que entra a trabajar en una fábrica textil suiza hasta que consiguió el título. Antonio se le veía suelto en el oficio y pronto le vieron apto de cerrajero.

Cuatro años después, Antonio se pone a trabajar en una empresa de cerrajería, pues conocía de sobra el oficio tras haberlo aprendido y practicado en España. Trabaja con todo tipo de hierros, puertas, ventanas, pasamanos, todo lo que era construcciones metálicas. A los 4 años se va de representante a otra empresa, lo que es comercial. Antonio tenía buen pico, como andaluz que es. Por su temperamento, sociable que es, abierto con todo el mundo, se le daba bien vender en cualquier parte

Leoncia González López, Leo, es natural de la calle Arroyo, número 30, de Guareña. Viene al mundo el 25 de septiembre de 1953. Trabaja en las labores que da la casa para ayudar a mantener la familia, y con 16 años se va con sus padres a Suiza. No quería irse, pero al ser menor de edad no le quedó más remedio que respetar la decisión de su padre, Carlos González Domínguez, y su madre, Petra López Fuentes. El padre trabajó durante 8 meses en las labores del campo suizo, después lo hizo en una peluquería, y finalmente acabó trabajando en una carnicería para ya jubilarse.

Quiso la casualidad de la vida que ambos, Antonio y Leo, se conocieran en el corazón de Europa. Leo se fue en agosto y Antonio en octubre de 1969 a Suiza. Y al año siguiente, pocos meses después de estar allí, se ven en un cine de Friburgo. Los sábados proyectaban películas españolas e italianas, y se llenaba la sala de compatriotas. Leo recuerda que era una película de Gracita Morales, y que a través del hermano de ella, coincidieron juntos a ver el cine, lo que supuso formalizar la relación amistosa y amorosa. El que la sigue, la consigue, dice Leo, lo que Antonio asienta con la cabeza porque se refería a éste, las veces que lo intentó para juntarse con Leo, hasta hoy. Y siguieron viéndose en el cine los sábados.

Todavía recuerdan lo bien que se vivía en Friburgo. Trabajábamos ocho o nueve horas, se ganaba mucho dinero, con un nivel de vida mucho más alto que en España, lo fuerte era el idioma porque allí se habla el francés, el alemán, y el romanche; pero como había muchos italianos, este idioma lo aprendimos muy bien porque era semejante al nuestro y lo aprendimos antes que el francés, cuentan Antonio y Leo.

Se casaron en junio de 1975 con testigos de sus familiares que se encontraban casi todos en Suiza. Fruto del matrimonio tuvieron dos hijos, Sonia y Maic, quienes con sus respectivas parejas les han dado tres nietos. Todos están en Friburgo.

Antes de casarse Antonio vino a Guareña (1972). Esta localidad siempre le ha gustado mucho al sevillano. En Guareña se vive muy bien, conozco a mucha gente, me aprecian, y aquí se hace la vida muy grata, por eso cuando nos jubilamos decidimos venirnos a vivir aquí, también nuestros hijos nos animaron a venirnos a Guareña, dice.

De vez en cuando vamos a verlos, el vuelo a Suiza desde Madrid lo hacemos en menos de dos horas hasta Ginebra, y luego nos venimos al pueblo Ya llevamos 13 años viviendo en Guareña, relata Antonio con su acento andaluz que todavía no lo ha perdido desde que se fue con 19 años, y cuenta qué caprichos o coincidencias tiene la vida: se fue a Suiza el mismo día que cumplió 19 años y se ha venido a Guareña el 15 de octubre de 2002, justo cuando cumplió 52 años.

Desde aquí añoran la vida del Cantón de Friburgo, su forma de vivir, la educación, la limpieza, me he criado mucho allí, justo 33 años, recuerda Antonio. Nos ha costado adaptarnos mucho en Suiza, pero hemos sido muy sociables, y ahora queremos viajar, conocer mundo y no quedarnos en casa, concluye Leo.

Dos vidas del sur de España que se conocieron en un cine suizo y que hoy descansan en Guareña. Las vidas de un cerrajero sevillano y una guareñense de la calle Arroyo que el destino hizo coincidir en Friburgo para vivir 33 años trabajando en aquel Cantón occidental, seguir juntos, y ahora deciden vivir tranquilos en otro punto occidental de España: Guareña.

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