

PEDRO FERNÁNDEZ
Sábado, 12 de marzo 2016, 17:10
Después de una ardua etapa en la cocina del colegio público San Gregorio, lo que se conoce por el edificio nuevo, María Isabel Granados Sánchez, más conocida por María la cocinera, se jubila tras 34 años al servicio de los fogones del centro.
Por allí han pasado muchos pinches, ayudantes aprendices (en su mayoría mujeres) al mando de la cocinera María, que, aunque no sirve para mandar, dice, se pone al mismo compás que ellos; nos ayudamos bien unas a otras, puntualiza. En el tajo no hay diferencias entre la cocinera María y los pinches que han pasado por la cocina de San Gregorio.
En la entrevista que tuvimos con María en el mismo lugar de su trabajo, antes de remangarse y ponerse manos a la obra, nos adelantaba qué comerían los niños (el pasado jueves 10 de marzo), hoy mis niños van a comer sopa de cocido, carne en salsa que les gusta mucho, yogur, naranjas o manzanas lo que quieran, sonríe María.
La cocinera titular a punto de jubilarse recuerda que los niños del transporte comían mejor, lo justifica porque salían temprano de sus casas y llegaban los pobrecitos a la comida con ganas, hoy los niños son más delicaíllos para comer. En muchos momentos del comedor, María y sus pinches actúan como madres, ella confiesa que los tiene muy mimados, cuando les pongo merluza, el rebozado frito les encanta, ¡huy! se chupan los dedos; la carne en salsa también, pero las verduras ya no le gustan tanto, y la lechuga con tomates les va entrando poquito a poco hago mucho de madre en este comedor, cuenta nuestra protagonista del mes en este sección de Gente Cercana.
María Matilde Juez Parra es pinche de cocina en el comedor de San Gregorio y lleva 24 años junto a María, quien la invita a participar de la entrevista. Aquí entran niños que no saben comer y salen comiendo, dicen. Desde 1º hasta 6º de Educación Primaria están en el colegio; es decir, desde los 6-7 años y se van con 12, viven los gustos y manjares de la gastronomía que les prepara María, la cocinera del colegio. Suelen comer 58 niños de lunes a jueves, pero ha habido cursos que hasta 200 ha dado de comer María Isabel Granados, niños de Valdetorres, Mengabril, Manchita, Cristina, y Oliva de Mérida, desde que entró la ESO ya no vienen, apunta.
María, la cocinera de San Gregorio, el 31 de marzo se corta la coleta, dejará los fogones del colegio público. Seguro que la echarán de menos los niños, María Matilde, el director, las proveedores, los inspectores, veterinarios, profesores, madres toda la comunidad escolar por sus excelentes servicios y generosidad, pero sobre todo por su gran corazón de congraciar con suculentos platos a los infantes. Ha conocido a cinco directores del centro: Maximiliano Barrantes, Pepe Guerrero, Antonio Llerena, Juan José Rebollo, y Eusebio López (actual director) que le tengo como a un hijo bueno, a los dos últimos (Juan José y Eusebio) como de familia, declara.
En los 34 años de servicio nunca se le ha quemado una comida, ni agarrao siquiera. Y en todo este tiempo, los momentos más difíciles han sido cuando las instalaciones sufrieron un incendio, cuando la falsa alarma de una bomba, y cuando sufrieron robos. Han sido los tres lunares vividos en su larga trayectoria profesional en la cocina de San Gregorio. Y en breves días tendrá que despedirse de su marmita, una olla que hace 25 kilos y otra olla exprés de 50 litros, sus dos grandes compañeras de fatigas y gratas sensaciones.
María nació en una casa de sus abuelos maternos en la calle Los Llanos, un 26 de noviembre de 1950. Su padre, Pedro Granados Gómez, y su madre, Juana Sánchez Pulido, de quien aprendió a elaborar muchas comidas. Ella es la tercera de seis hermanos: Antonio, Juan, nuestra protagonista, Isabel, Pepi y José. Cuenta que fue a la escuela de Falange y al Matadero. Se casó en Barcelona con un catalán, Juan Vera Utiel, quien falleció en accidente de tráfico en Navalmoral de la Mata. Fruto de su matrimonio tiene dos hijas, Victoria y Juani, y dos nietos. Dos nietos que han disfrutado del comedor de San Gregorio y las comidas de su abuela como dos niños más, sin ningún trato de favor sobre los demás; igual que los hijos de María Matilde, los hemos tratado como a los demás niños, no han sido más que nadie, sostiene María que a sus 66 años ya es hora del descanso bien merecido, aunque mucha pena de dejar a sus niños... Dos lágrimas se escapan tras la añoranza de esta historia.
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