

PEDRO FERNÁNDEZ LOZANO
Martes, 18 de octubre 2016, 17:44
En mayo de 1971 comenzaron a entrar familias en la pedanía y los Cortés-Ponce ocuparon una vivienda de la calle Serrano, número 4. El poblado tiene calles con nombres de torres famosas y emblemáticas del mundo. Torres y el río Fresneda dan el nombre a la entidad: Torrefresneda. Y toman nombre a sus calles de Giralda, Pisa, Atalaya, Lujanes, Micalet, Tavira, Babel, Hércules, Bujaco, Oro Pero la calle con nombre de Serrano no lo comprendíamos hasta que deducimos podría tomar la referencia de la ciudad de Valencia con su Puerta de Serranos (Torres dels Serrans), una de las doce puertas que custodiaban la antigua muralla cristiana de la capital del Turia, de finales del siglo XIV (años 1392 a 1398).
Pues bien, en la citada calle Serrano de Torrefresneda habitaron una casa esta familia. Las casas se sorteaban y a los Cortés-Ponce le tocó una. El marido estaba en Suiza, Leopoldo Cortés Gallardo, que era nativo de Guareña, había nacido el 4 de julio de 1936 en la calle Salsipuedes. Ana Ponce Macías cuando se enteró de que le había tocado la casa llamó a Leopoldo y éste se vino sin pensárselo a Guareña, y de aquí a Torrefresneda.
Ana es de Villafranca de los Barros. Sus padres, Manuel Ponce Durán, ganadero, y su madre, Antonia Macías Molano, en la labor dura de la crianza de nueve hijos, compraron una casa en la calle El Pilar y se vinieron a vivir a Guareña. El padre trabajaba en la finca de Los Perdigones en La Garza, con ovejas y cabras. Sus hijos eran Antonio, Benito, Santa, Ignacio, Joaquín, Ana (nuestra protagonista), Isabel, Loli, y Anselmo. Ana cuando tenía 9 años iba a las escuelas de San Gregorio, pero no pudo estudiar porque enseguida se puso a trabajar en casa de Román Álvarez (en la calle Don Diego López). Recuerda los paseos por la calle Grande, por el parque San Ginés, los cines de verano y conoce con 17 años a Leopoldo que deciden casarse en 1958 en la iglesia de San Gregorio. Coincidencias de la vida también como su madre trajo 9 hijos al mundo: María del Carmen, Plácido, Antonia, Santa, Francisco Javier, Ana Mari, Leopoldo, Yolanda, y Manuel. Los seis primeros nacieron en Guareña y los tres restantes en Torrefresneda.
Ana tiene 77 años (15 de diciembre de 1938) y su marido 80. Cuando ocuparon su casa por primera vez, Ana acuerda que todo estaba patas arriba con las calles por asfaltar, montones de tierras, escombros no había luz en la casa, ni tampoco agua, por mediación de una familia nos daba la luz los principios fueron muy difíciles, pero teníamos casa, una parcela, y una vaca, cuenta Ana. Los primeros años fueron muy malos para mis seis hijos porque aquí no había nada, se sorprendieron mucho porque veníamos de Guareña y al llegar aquí no había el ambiente que dejaron.
Los diez kilómetros a Santa Amalia se hacían para abastecerse de alimentos y compras necesarias para vestir la casa poco a poco. La leche de vaca la tenían y las ventas ambulantes fueron llegando con los años. Con la llegada de más familias el poblado va tomando aires vecinales y los servicios van aumentando.
Leopoldo ha estado cuatro años y medio siendo Delegado del Alcalde de Guareña, en Torrefresneda. Él y Ana todavía recuerdan que la casa la fueron pagando poco a poco. Una casa amplia que le dieron en 1971 con cocina, comedor, tres dormitorios, baño, un gran patio, una vaca, y una parcela de 13 hectáreas. Vivieron duros momentos por enfermedades, hace 38 años a Ana la operaban de un quiste hepático y a Leopoldo, hace 22 años, le operaron de laringe. Han conocido casarse a ocho de sus hijos y hoy disfrutan con tranquilidad de sus 16 nietos y 8 biznietos con aquel recuerdo de cuando empezaron a vivir en Torrefresneda hace 45 años.
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