Animalista, no es una palabra oficial de la Real Academia Española (RAE), pero el dicho popular lo define como una persona que siente empatía hacia un animal que sufre o necesita protección. Y este es el caso de la vecina María Soledad Sánchez-Paulette Lozano, nacida en Cáceres, criada en Badajoz, se fue a vivir a Cazalla de la Sierra (Sevilla), también a Madrid, después a Maspalomas (Gran Canaria), de nuevo a la capital madrileña, y finalmente recala en Guareña donde vive hace casi siete años.
Es hija de Ana Lozano Durán (de Guareña) y Fernando Sánchez-Paulette y Zúñiga (de Ciudad Real). Soledad cree en Dios y es una convencida que los animales son criaturas de la Divina Providencia y cree que el hombre debe cuidarlos y respetarlos. Desde muy niña recuerda en su casa a un perro alemán, de nombre ‘Micky’, “que quería jugar mucho”, y también del gato ‘Mono’. Recuerda cómo iba a una pescadería “a comprar una peseta de sardina para una gatita de nombre ‘Mina’ que también tenía. “Esto de querer a los animales se nace con ello”, y ya su abuelo materno, Gerardo, le decían ‘el niño de los galgos’ por su amor a esta raza canina autóctona de España, además de tener dos zorros y llegar a curar el ala de un águila. La madre de Soledad, Ana, hacía cocido a los perros que tenía en casa. Y por estos antecedentes de casta le viene al galgo, por eso a Soledad le gustan tanto cuidar a los animales. Se desvive por ellos y les gusta que no sufran.
Soledad echa de comer diariamente a gatos en el Victoria Esperanza. / Pedro Fernández.
Nos recibió en su casa rodeada de muchos gatos, hasta once. ‘Garry’ también nos vino a saludar, “es un gato-perro que me avisa de todo, en una ocasión nos salvó de asfixiarnos tras prenderse un tizón de leña que había en el salón”. Y así Soledad nos presenta a su manada de gatos. ‘Tizón’ es negro azabache, ‘Willy’ es negro intenso, ‘Mina’ es una gata independiente que no se adapta a la manada, ‘María’ es blanca y negra, ‘Pitu’ también como la anterior, ‘Yeti’ (resguardada en un cochecito de bebé por estar sorda y medio ciega), ‘Rosi’ tiene ojos verdes esmeralda y es la modelo de Royal Canin, ‘Lilí’ es pelirroja y se marcha el lunes 23 a Madrid, ‘Paquito’ es gris con manchas de ocelote, y ‘Regalíz’ muy chiquitita y negra con rayones negros. Sin contar a ‘Sugu’ “que se fue con una chica que vino de Badajoz a por este gato tras enterarse por facebook”.
Desde que está en Guareña han pasado por sus manos 52 perros y ahora sólo tiene a ‘Pepe’, un galgo que descansaba plácidamente en una cama, muy arropado, en el momento de la entrevista con Soledad. Nos cuenta esta vecina animalista que su pasión por cuidar a estos animales le cuesta mucho dinero en comida y medicamentos, además de veterinario. A todos sus machos los tiene castrados y a las hembras esterilizadas, “los llevo al veterinario y evito propagarlos”.
Fuera de su casa también muestra cariño y afecto a los animales. No puede evitar que sufran y pasen hambre. Desde el pasado verano visita el inmueble de lo que fue ‘Teatro Victoria Esperanza’ por una gata que cambió de domicilio de calle Estacada a La Parada. Asegura que en este inmueble hay una gata y un gato que se refugian en el ‘Victoria Esperanza’ y los echa de comer diariamente.
Soledad Paulette es feliz con sus gestos hacia los animales. / Pedro Fernández.
Mientras hablamos con Soledad ‘Garry’ avisa que alguien llama a la puerta de casa. Y efectivamente. Se trataba de ‘Lusi’, una gatita vecina en estado de buena esperanza que venía a casa de Soledad por comida. Y no se interrumpe la entrevista por tal necesidad porque mientras hablamos ella prepara el plato para ‘Lusi’.
De todo este ambiente que vivimos en casa de Soledad, ésta advierte que no tiene el ‘síndrome de Noé’. Este síndrome es una patología que lleva a acumular en casa un número desmesurado de animales de compañía a los que no se da una siquiera atención no ya adecuada, sino incluso mínima: ni alimentación, ni agua, ni alojamiento, ni atención veterinaria, ni condiciones higiénicas. Y este no es el caso de Soledad. Ella cuida ‘entre algodones’ a los animales. “Yo los cuido y los doy en adopción, no soy protectora”, y explica Soledad que cuando alguien adopta un gato le cobra al adoptante la castración o la esterilización, según el sexo del animal, “además se acuerda un contrato entre una protectora y el adoptante, porque yo solamente hago de casa de acogida de los gatos míos”, aclara. Y así consigue auxiliar a los animales que verdaderamente necesitan unas veces comer, otras por heridas, etc. “Son seres vivos, sienten y padecen y no porque sean animales tenemos que abandonarlos”.
Ha llegado hacer propuestas de leyes para gatos y perros bajo el título “Por ellos y para ellos”, y sostiene que si saliera esta ley sería la encargada de decir a las personas que tienen animales en casa “que están bajo su protección, y que todo aquel que acepta tener un gato o un perro, en ese momento, establece un compromiso de responsabilidad con el animal, que es la de cuidarle y protegerle mientras viva, y si no la ley, será dura e implacable con el hombre”.
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