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Juan Moreno, el peleño, en su casa de Cañadilla.
El peleño Juan Moreno cautivó con su caldereta de cordero al cocinero del Rey

El peleño Juan Moreno cautivó con su caldereta de cordero al cocinero del Rey

Fue labrador, albañil, barman, y cocinero, y ahora en su jubilación el tiempo lo dedica a las letras componiendo versos y relatos según le acompañen, o no, las musas.

PEDRO FERNÁNDEZ LOZANO

Jueves, 14 de diciembre 2017, 10:33

La jubilación es un periodo de cambio brusco que afecta a muchas esferas: la económica, la del ocio, las relaciones personales, etc. Según los psicólogos requiere un tiempo de adaptación, que puede oscilar entre seis meses y un año, que puede ser un momento de riesgos, pero también de oportunidades. Dicen los expertos que los hombres lo llevan bastante peor que las mujeres, porque ellas están más acostumbradas a hacer muchas cosas y a compaginar su empleo con otras actividades, por lo que la jubilación no les resulta tan dura. A nuestro personaje del mes de diciembre tampoco. Aprovecha el tiempo inspirándose en las letras, compone poesía y relatos según le acompañen, o no, las musas. Él es, Juan Moreno Fernández, más conocido en Guareña por 'Peleño' tras haber nacido en Navalvillar de Pela el 24 de mayo de 1944.

Es hijo de Alfonso Moreno Roldán, labrador, y de Antonia Fernández Sánchez. Nuestro personaje del mes de diciembre es el primogénito de cuatro hermanos: Juan, Fernando, María, y Manolo.

Comenzó ayudando a su padre en las tareas del campo. Después de labrador fue albañil. También barman y cocinero. Esas cuatro profesiones le han hecho concebir la vida como su maestra de cuanto sabe.

Después de la mili en los finales de los 60 se marcha de Pela y se coloca de barman en Villanueva de la Serena (1970). Cierto día le visita un vecino guareñense, José Luis Cortés, quien había sido elegido presidente del Casino de Guareña y propone a Juan Moreno llevar los servicios de hostelería del casino. En 1973 'el Peleño' se viene a Guareña y trabaja durante diez años de verdadero profesional cautivando a sus clientes con su esmerado servicio y su buen ingenio en la cocina. Reconoce que le fue bien trabajar en el casino y cree que la clave de su éxito estuvo en "ser profesional". Muchos vecinos todavía le recuerdan por haber "resucitado la vida del casino, sin él, el casino hubiera seguido muerto".

En 1983 abre su propio negocio con el bar-restaurante 'el Peleño', en Cañadilla, 28. Una de sus páginas de oro en la profesión fue que un día dio de comer al cocinero de S.M. el Rey Juan Carlos I, y le dio probar caldereta de cordero. Al empleado de la corte le gustó tanto que calificó el plato del Peleño como "patrimonio de la humanidad". Y volvió otro día el cocinero real al restaurante de Juan Moreno a probar el jamón ibérico, espárragos trigueros, tortas del Casar, tagarninas y le dijo al Peleño que las recetas no las perdiera nunca y se las enseñara a sus hijos.

Juan se casó en Pela con Dionisia Díaz en 1968, de cuyo fruto nace Antonia al año siguiente. La mala fortuna se cierne con Juan que enviuda a consecuencias del parto. Sigue de barman en Villanueva hasta que se viene a Guareña en el 73. En Orellanita, hoy Orellana de la Sierra, conoce a Antonia Sánchez Rico, vecina de allí, y se casa en segundas nupcias en Orellanita el 18 de agosto de 1973. Fruto de este matrimonio tienen dos hijos, Alfonsa y Antonio José. Juan tiene cuatro nietos "con los de aquí (Guareña) y con los de allí (Navalvillar de Pela)". Los hijos de su segundo matrimonio pasaron mucho tiempo viviendo cómo sus padres trabajaron duro en el casino, "se criaron en la cocina del casino", confiesa Juan.

Y como este peleño quiere seguir los consejos de los expertos, considera fundamental mantenerse activo en su periodo de jubilación a los 73 años, componiendo versos, relatos, haciendo sus memorias "y todo lo que me sale". No le faltan letrillas a San Antón, al Cristo de las Aguas, a la Virgen de Guadalupe, reflexión a la madera del árbol y a su aprovechamiento, diez razones por la vida, a Miguel Hernández, y un largo etcétera de poemas y letras porque no para esa cabeza de Juan Moreno que un día conquistó al cocinero del Reino y hoy es el poeta peleño, en Guareña.

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