

Eduardo Aranda Guerrero fue nombrado el pasado mes de julio presidente del Colegio Oficial de Podólogos de Extremadura (COPOEX), relevando en el cargo a José García Mostazo que ahora será vicepresidente del colegio. Les acompañan en la Junta de Gobierno Belén Enríquez, como secretaria, y Pilar Alfageme, de tesorera.
Eduardo Aranda, tiene 37 años, nació en Don Benito, pero ha vivido toda la vida en la calle Nueva de Guareña. Estudió en el colegio Nuestra Señora de los Dolores hasta 4º EGB y luego en el colegio público San Gregorio hasta 8º de EGB; y en el Instituto Eugenio Frutos, de Guareña.
Su madre, Julia Guerrero, es de Oliva de Mérida, y su padre, Eduardo Aranda, es de Guareña. Eduardo ha vivido el mundo de los pies directamente desde chico, pues viene de una familia de zapateros. Su abuelo paterno, Joaquín Aranda, era el zapatero de Guareña y su padre, Eduardo cogió ese legado.
Este joven podólogo es el mayor de tres hermanos, Julia que es maestra y Marta que también es podóloga.
Eduardo tiene una consulta en Guareña que la abrió en el 2006 junto con una muy buena amiga suya, que es fisioterapeuta, María Victoria Álvarez, y en estos 14 años ha seguido con una formación constante, en el 2009 terminó un máster en cirugía podológica, por la Universidad de Sevilla; y en el 2013 terminó una especialidad universitaria en pie diabético, por la Universidad de Extremadura.
En el 2008 mientras estaba haciendo el máster de cirugía se puso en contacto con él un antiguo profesor de la Universidad y le propuso formar un equipo para presentarse a las elecciones del colegio de podólogos de Extremadura. Eduardo aceptó y después de ocho años siendo tesorero y cuatro años vicepresidente, ahora le llega el turno de pilotar esta institución tras ser recientemente elegido presidente.
¿Cómo están los pies de los guareñenses?, le preguntamos. «De todo hay en la viña del señor (se ríe), en general están bastante bien, pero he visto casos de úlceras diabéticas muy complicadas que algunas han acabado bien y otras muy mal, por lo que soy un firme defensor de que la podología entre en la sanidad pública, muchos pies diabéticos lo agradecerían enormemente», asegura. «Si la podología fuese pública, se reducirían mucho las amputaciones por pie diabético» pone en firme esta declaración.
Como recomendaciones para tener unos pies sanos, Eduardo es partidario de que se utilice un calzado adecuado, «hidratarse los pies todos los días, no cortarse las uñas en exceso, pues eso favorece a que se claven. Nunca utilizar callicidas para quitarse las durezas, pues eso quema la piel y es contraproducente y ante cualquier molestia, duda o consulta no preguntar al doctor Google, mejor ve a un podólogo», encomienda Eduardo.
Entrevista
En un Especial de Sanidad publicado en el HOY del pasado 30 de julio, coordinado y con textos de Jaime Panadero y Alba Baranda, aparecía una entrevista a Eduardo Aranda que HOY Guareña quiere hacerse eco para conocimiento de sus lectores.
¿Pretende seguir una línea de continuidad con la labor que se venía haciendo en el Colegio?
Sí, vamos a seguir la misma línea de trabajo. Más que cargos, somos un equipo de cuatro personas que trabajamos todos a una, y que tenemos muy claras nuestras líneas de actuación. La primera es la formación; nos preocupamos mucho por la actualización formativa de nuestros colegiados, porque tenemos que generar el mejor servicio posible a nuestros pacientes. La segunda es la lucha contra el intrusismo y las competencias desleales, porque desafortunadamente en nuestro sector hay mucha gente que ejerce de podólogo sin serlo o en establecimientos que no están habilitados para ello. Y, por último, la tercera es la inclusión de la podología en la Seguridad Social. Hay comunidades como Cantabria que ya cuentan con podólogos en el sistema público, tanto en atención primaria como en el hospital, y es un ejemplo a seguir. Es algo que nosotros hemos demandado mucho a la Junta de Extremadura.
¿Cuáles son sus prioridades a corto plazo?
La más inminente es regularizar los servicios de podología que estén fuera de una clínica privada. Por ejemplo, los que están presentes en ayuntamientos, mancomunidades, hogares de mayores, centros de día, etc., que en muchos casos ejercen la profesión en habitaciones que no están habilitadas por Sanidad. Es incongruente que nosotros tengamos que pedir una licencia, reunir una serie de requisitos y pasar una inspección sanitaria y ellos no. Vamos a luchar para que todos los servicios, ya sea en clínicas privadas o en otro tipo de entidades, necesiten estar habilitados por Sanidad. El podólogo es una profesión sanitaria regulada que requiere de unas instalaciones concretas.
¿Cómo puede saber una persona si el podólogo está habilitado?
Con que tenga la licencia de Sanidad colgada en la puerta o en las instalaciones, sería suficiente. Además, debemos tenerla por ley en un lugar visible.
¿Qué permitiría la inclusión de la podología en la sanidad pública?
Es una reivindicación que viene de largo. Sería muy positivo para la sociedad contar con el podólogo en la sanidad pública. Sobre todo en personas diabéticas, que sufren muchas úlceras y amputaciones, y están saturando muchas veces los servicios, principalmente en atención primaria. Nosotros nos hemos reunido con la Consejería y lo ven una buena idea, pero siempre dicen lo mismo: que no hay dinero. Y lo que le decimos es que, aunque no lo haya a corto plazo, al final resultará más beneficioso para la Administración, y por supuesto para el paciente; se ahorra en costes económicos, sociales y personales. Si hubiese un podólogo, lo primero que haríamos sería un programa de prevención con todos los pacientes diabéticos: un chequeo anual mediante pruebas térmicas, motoras y de sensibilidad, entre otras, para determinar si puede aparecer pie diabético. El objetivo sería tener a toda la población diabética controlada y prevenir posibles apariciones de úlceras. Así se reducirían considerablemente las amputaciones. Nosotros velamos por que los pacientes tengan calidad de vida.
¿Qué supondría para la profesión?
Solucionaría en parte la saturación de profesionales que hay en Extremadura, que somos la región con más podólogos por habitante. En estos momentos, las únicas salidas que tienen, además de la docencia y la investigación, es la de abrir una clínica como autónomo o entrar como trabajador por cuenta ajena en la de algún compañero. Y además dignificaría la profesión, porque sería de justicia que una carrera sanitaria que se oferta en la universidad pública tenga su espacio en la sanidad pública.
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