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Parte del retablo mayor de Santa María cuando fue consagrado por el obispo Juan Pedro Zarranz. CEDIDA
El gran sueño de Recaredo
GUAREÑA EN EL RECUERDO

El gran sueño de Recaredo

El cura quiso recuperar el retablo mayor de Santa María tras ser derribado y destruido en parte en la guerra civil y, tras remover Roma con Santiago, consiguió, gracias a que se conservaban muchas de las piezas del retablo antiguo, realizar una reconstrucción lo más aproximada a este dando origen al retablo que actualmente conocemos en la iglesia de Guareña

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Sábado, 3 de agosto 2024, 09:10

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Recaredo Gómez García ejerció su ministerio sacerdotal en la parroquia de Santa María de Guareña durante 32 años, desde 1940 hasta 1972, coincidiendo con el otro párroco de San Gregorio, Felipe Amador Yuste Blázquez. Era entonces un tiempo de «rivalidades» entre las dos parroquias y, con el tiempo, hasta llegar a 1984 cuando la llegada de Eduardo Martín y Manuel Arenas, se limaron asperezas entre parroquias y parroquianos.

Recaredo provenía de Medinilla (Ávila). Cuando llegó a Guareña se encontró que la iglesia de Santa María carecía de retablo mayor. Había sido destruido en la guerra civil. Es entonces cuando el párroco recién llegado al municipio, primo hermano de Concepción Gómez Gil, mujer proveniente también de Medinilla, de los conocidos «los Castellanos», empieza a realizar gestiones y a pensar cómo recuperar el retablo de Santa María que era su gran sueño.

Así comienza la ilusión de Recaredo por recobrar aquella estructura de madera que cubría el ábside del majestuoso templo del siglo XVI que contenía tallas en madera de los doce apóstoles.

Antiguo retablo mayor de Santa María. JUAN ANTONIO LÓPEZ

Según datos de investigación de Valentín Casco Fernández, diplomado en genealogía, heráldica y nobiliaria, en palabras del párroco, éste se pone en contacto con el ingeniero Diego López Cabrera (nieto de don Diego López Otero, nombre que toma una calle de Guareña), que por entonces ejercía el cargo de ingeniero jefe en los talleres penitenciarios de Alcalá de Henares y de esa forma, poder llevar a cabo el sueño del cura: reconstruir el retablo mayor de la iglesia.

Los destrozos que sufrió el interior del templo fueron más allá de los sufridos en el retablo mayor; también fueron afectados otros retablos de las capillas laterales, de las que el cura hizo un repaso de consideración bajo el asesoramiento técnico y profesional de su director-artístico, el ingeniero Diego López, en las capillas conocidas por: Cristo de las Aguas, los Mártires, Virgen del Carmen, Sagrado Corazón de Jesús, del Nazareno, y de la Inmaculada.

Diego López y su hermano Miguel estudiaron el bachillerato en Villafranca de los Barros. Después siguieron con los jesuitas estudiando ingeniería en el Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI), en Madrid, y terminaron la carrera en Lieja (Bélgica). Miguel no intervino en los asuntos de la iglesia de Guareña, sólo Diego que mantenía una estrecha relación con Recaredo.

Traslado de restos por el camino del cementerio hacia la iglesia. JUAN ANTONIO LÓPEZ

El 19 de noviembre de 1943 se trasladan a hombros los restos de algunos vecinos que murieron en la guerra civil desde el cementerio de Guareña a la cripta denominada «capilla de los mártires» en la iglesia de Santa María. En ella, se construye un altar con la imagen de La Piedad. Justo en frente, también se construye otro altar con la imagen del Cristo de las Aguas. Ambos altares fueron dirigidos por Diego López y ejecutados en los talleres penitenciarios de Alcalá de Henares. El presupuesto global de la talla de La Piedad y de los dos altares, más la obra de la cripta, ascendió a 100.000 pesetas, donadas en su totalidad por los familiares afectados. El Ayuntamiento de Guareña donó 15.000 pesetas. Las tallas de la Piedad y Nuestra Señora de la Asunción (titular del templo) las realizó Fernando Castro.

La primera señal para esta restauración del altar mayor la ofreció el obispo Juan Pedro Zarranz Pueyo, con 10.000 pesetas. En marzo de 1947 viene a Guareña este obispo navarro, nombrado titular de la diócesis de Plasencia por el Papa Pío XII el 16 de febrero de 1946, y numerosos vecinos secundan donaciones voluntarias.

Iglesia abarrotada con féretros en el pasillo y la iglesia sin retablo mayor. JUAN ANTONIO LÓPEZ

En este mismo año, Recaredo y Diego López se trasladan a Barcelona y queda convenida con las escuelas profesionales de los Salesianos de Sarriá que dirigía Gaspar Mestre, la reconstrucción del altar mayor, la construcción de dos altares laterales los de la Virgen del Carmen y del Sagrado Corazón de Jesús, una monumental lámpara de araña, y el Sagrario que, junto a otras adquisiciones, sumaron un total de 465.000 pesetas, según datos que aporta Casco.

Recuerda Valentín que, en palabras del propio Recaredo, el 5 de mayo de 1949, con una gran asistencia de feligreses se consagró el nuevo altar y se inauguraron el retablo mayor y dos laterales (para las capillas 'El Santísimo Cristo de las Aguas' y 'Piedad, Reina de los mártires', más conocida ésta por «capilla de los mártires»).

«El retablo mayor se inaugura sin escultura, solamente con el adamascado que las enmarcaban y la imagen de la Asunción sin apostolados», puntualiza también Joaquín Romero, profesor de Arte y especialista en conservación y restauración de obras de arte. Este retablo mayor «fue mejorado en sus proporciones», dijo Recaredo. También Joaquín detalla que este retablo mantiene en sus piezas originales del retablo antiguo, su baño en oro del siglo XVII; todas las columnas con sus plintos (pedestales) que existen hoy «son originales», de estilo protobarroco de finales del manierismo y principio del barroco, dice, con alusiones eucarísticas por la parra de vid enredada a los fustes de las columnas. «Los doce relieves que forman parte de la composición de esta arquitectura lígnea, son también los originales que tenía el antiguo retablo», asegura Romero.

Retablo sin esculturas, adamascado hasta que fueron pintados los apóstoles por Palencia. JUAN ANTONIO LÓPEZ

Este profesor de arte sí encuentra diferencias entre el antiguo y el retablo reconstruido, «el actual se encuentra achicado, es decir, más pequeño con respecto al antiguo original, lo motiva en el hecho de que hubo piezas que se perdieron, otras en mal estado…, por ejemplo, cuando se fue a reconstruir posiblemente se carecía del mismo número de columnas que componían el retablo del siglo XVII, por ello la doble hilera de columnas que enmarcaba exteriormente el retablo original, dice, ha desaparecido en el actual, lo mismo pasó con los roleos del ático del retablo que desaparecieron y se compuso esta parte alta del retablo, en un primer momento para colocar esculturas, pero una vez que, posteriormente se decide instalar pinturas de caballete, se remodela para poder ubicarlas en este lugar», detalla Joaquín.

Pinturas de Palencia

Ante la imposibilidad de poder afrontar la realización del apostolado en escultura ya que el presupuesto rondaba sobre las 400.000 pesetas, Recaredo se pone en contacto con el artista local Julián Palencia para que sea el autor de las pinturas que, «provisionalmente» repondría el apostolado al retablo mayor hasta poderse ejecutar en escultura. Así lo cuenta el propio Palencia en carta a su hermana, «los cuadros se pintaron unos en Sevilla y otros en Guareña, sirviendo de estudio la planta alta de la casa parroquial». El material fue óleo sobre lienzo, y los trabajos de pintura se realizaron entre 1956 y 1957.

Los modelos que sirvieron al artista para los 12 apóstoles y El Calvario, fueron, «en algunos casos, proporcionados por el párroco entre seminaristas y otras personas que yo no conocía», cuenta Palencia. Detalla el pintor guareñense que los modelos para la Virgen y Magdalena fueron Juana Pérez y Tomasa García. El modelo de Cristo fue El Crucificado de la iglesia. Este cuadro por sus grandes dimensiones que corona el retablo mayor, tres por dos metros, «fue pintado en la propia iglesia», confirma Julián.

Recaredo en un bautizo en San Gregorio con su familia «los Castellanos». CEDIDA

Recaredo Gómez

El cura Recaredo había nacido en Medinilla. Su padre, José Gómez, era el secretario del pueblo, y su madre Pilar, estuvo dedicada a las tareas del hogar y crianza de los hijos. Recaredo era el mayor de cuatro hermanos, recuerda su prima Concha, «eran Recaredo, Serafín, Gloria y Jaime». Estudió en el Seminario Mayor santanderino de Comillas.

El párroco de Santa María era un hombre de mucho carácter, culto, «tenía su geniecillo, era mu listo, cuando nos visitaba a casa pedía a mis hijos que estudiaran, nos quería mucho…», recuerda su prima Concha.

Cuando murió el 16 de julio de 1972, por voluntad de muchos feligreses «que le querían mucho y porque hizo mucho por la parroquia», su familia decidió se enterrara en el camposanto de Guareña, y no en Medinilla. El Ayuntamiento concedió el panteón a la familia y en su lápida reza el siguiente epitafio: «qué duro es morir, pero qué consolador saber que despertamos en las manos del Padre». Y el sueño de Recaredo se cumplió, todavía resplandece cada vez que un vecino pisa Santa María y la mirada se centra en el retablo mayor de la iglesia de Guareña.

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