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Domingo, 4 de febrero 2024, 01:33
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Corría el año 1954 cuando se rodaba la película 'Marcelino, pan y vino' en la iglesia Cristo del Caloco de la madrileña sierra de Guadarrama, en El Espinar (Segovia). Fue uno de los grandes éxitos cinematográficos de los 50. Contaba la historia de Marcelino, un niño que fue criado por los frailes de un convento tras ser abandonado a su puerta.
En la película, el niño, interpretado por Pablito Calvo, daba de comer al Cristo a escondidas de los monjes y una de las imágenes icónicas es la que recoge el momento en el que la imagen le llama por su nombre.
La película fue dirigida por el húngaro Ladislao Vajda. La figura del Cristo fue parte fundamental y obra del decorador, dibujante y pintor, Antonio Simont, aunque la forma en barro y posterior acabado en escayola se la dio un amigo del propio Simont.
También figuró en el reparto de la película el ingeniero de sonido que trabajó como técnico a las órdenes de Vajda, el guareñense Miguel López Cabrera. Cuando finalizó el rodaje, el Cristo ya no tenía valor para los Estudios Cinematográficos de Chamartín, que luego se llamaron Estudios Broston y más tarde Estudios Buñuel de TVE, en Madrid, y a instancias del técnico López, el de Guareña se acordó de su hermana Catalina López Cabrera que era monja de clausura en el convento Carmelitas Descalzas de Don Benito (Sor Isabel de Jesús), y solicitó le dieran el Cristo crucificado de la película para donarlo al citado convento, cuya iglesia había sido desmantelada durante la guerra civil española.
Y así llegó el Cristo de Marcelino, pan y vino al convento de Don Benito gracias a Miguel López. Pero ¿quién fue este ingeniero de sonido? Es nieto de Diego López Otero, hombre que da nombre a una de las arterías principales de Guareña. Este maestro nacional casó con Emilia Mateo y tuvieron tres hijos (Cecilio, que fue médico y le mataron en la guerra; Juan, comerciante; y Carlota, fundadora de la cofradía Virgen del Carmen); el primogénito Cecilio casó con Isabel Cabrera Pérez y tuvieron cinco hijos: Diego (intervino en la restauración del altar mayor de la iglesia de Santa María del siglo XVI, María, Miguel (nuestro protagonista que trabajó en la película de referencia), Emilia y Catalina (la monja de clausura).
El largometraje relatado, alcanzó fama mundial y fue premiado con el Oso de Oro en Berlín (1955) y su protagonista, Pablo Calvo, fue merecedor de una mención especial en el Festival de Cine de Cannes en ese mismo año. Pero gracias a la donación del Cristo de Marcelino, pan y vino, por parte de Miguel López, todavía se recuerda más la película asistiendo a misa al convento de Don Benito fijando la mirada en la imagen crucificada que preside el altar de la capilla.
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