
El periódico de las comarcas de Cáceres y Salamanca, 'La Aldaba', anunciaba ayer la muerte del cura Eduardo Martín Herrero, natural de Hervás (18 de diciembre de 1940), fallecido ayer jueves 22 de octubre, a la edad de 80 años. El Ayuntamiento de Hervás mostró sus condolencias y cariño a la familia de don Eduardo, párroco de la localidad cacereña y muy querido por su pueblo.
Sus padres se llamaban Eduardo y Benedicta; y tiene una hermana cinco años menor que él. Pasó su niñez en Hervás y estudió en el colegio de este pueblo cacereño. Estudió 1º de Bachillerato en Salamanca, y de allí pasó al seminario con 11 años, estuvo estudiando allí durante 12 años, hasta que le ordenaron sacerdote. Terminó la carrera con sus compañeros en 1964, pero al ser muy joven, decidió esperar unos meses para ordenarse. Se ordenó en Plasencia el día 7 de febrero de 1965, siendo obispo D. Juan Pedro Zarranz y Pueyo. En la Revista de Ferias y Fiestas de 2016, de Hervás, lo recordaba el propio párraco; «lo recuerda como un día de muchos nervios y muy emotivo, porque asistieron mi familia y compañeros que ya estaban ordenados sacerdotes». Su primer destino fue Navalvillar de Pela (Badajoz).
Llegó con 24 años y estuvo 17 años y medio. Refiere en la revista que fueron los mejores años de su vida; «salí de Hervás a la 1 de la madrugada en tren y después de varios trasbordos, llegué a Navalvillar de Pela a las 17 horas de ese mismo día» (16 horas de viaje tardó en recorrer 190 km). En Pela trabajó con jóvenes, era la época de los centros y los clubs de jóvenes, después trabajó también con personas mayores. Junto con otros compañeros, tomaron conciencia de la situación tan atrasada de aquellos pueblos e intentaron ayudarles.
Eso les supuso problemas con las autoridades, ya que les achacaban que los sacerdotes «se estaban metiendo en política» y lo único que querían era ayudar a las personas necesitadas, para que pudiesen vivir dignamente. En esa época, ya había terminado el Concilio Vaticano II, lo que provocó un cambio radical en la iglesia, la cual antes era sólo para hacer culto y a partir de entonces, la institución religiosa tenía que afrontar y preocuparse por los problemas de las personas, ya que «entra dentro de la labor de un sacerdote, y no sólo atender la cuestión religiosa», decía Eduardo.
Entonces, la situación sacerdotal «era difícil, decía, ya que a día de hoy, sólo hay dos seminaristas que en un par de años se van a ordenar sacerdotes y después ya no hay nadie, de ahí que un sacerdote tenga varios pueblos a su cargo». En la Diócesis de Plasencia, se está invitando a que vengan sacerdotes de Hispanoamérica, al contrario de lo que sucedía antes, que los sacerdotes españoles iban allí.
En la citada revista de festejo de Hervás, le preguntaron entonces si creía que los sacerdotes se pudieran casar, «habría más vocaciones», contestó que se intentó que los padres Conciliares lo tratasen en el Concilio, ya que en aquella época, había muchos obispos que defendían el celibato opcional, no quitarlo como la gente creía, sino que hubiese sacerdotes que optaran por casarse y otros por seguir célibes, es decir, por vivir como viven ahora los sacerdotes, pero el Papa lo vetó.
Actualmente es posible que el Papa Francisco lo afronte, como ocurre en otras religiones católicas orientales, en las que los sacerdotes se pueden casar. Comentó el cura Eduardo que el problema fundamental, «es que los niños una vez que hacen la comunión, no vuelven a aparecer por la iglesia y no siguen su educación cristiana como debe ser, de hecho son pocos los jóvenes que se confirman hoy en día».
Su segundo destino fue Jarandilla de la Vera (Cáceres), donde estuvo un año.
En Guareña
Pasó después un año sabático en Madrid, y ese verano (1984), se fue tres meses a Colombia. Al llegar a España, le enviaron junto a don Manuel Arenas, a Guareña. Su tercer destino. Aquí estuvo 16 años y celebró sus bodas de plata con el sacerdocio. En Guareña trabajó con grupos matrimonios, para tratar la situación de los hijos, sin dejar de atender a los jóvenes. En Guareña estuvo hasta el año 2.000 y, junto a su compañero, unieron las dos parroquias de Santa María y San Gregorio, pues ese fue el objetivo que ordenó el Obispado de Plasencia. Eduardo estuvo muy vinculado con la gente de Guareña y los vecinos tienen un grato recuerdo de él.
A punto de cumplir los 60 años, y habiendo ya fallecido su madre, le comentó al obispo su deseo de ir a trabajar a América, y le autorizó irse a Argentina, donde estuvo hasta el año 2007. Recuerda su estancia en este país soberano de América del Sur como «una experiencia muy enriquecedora e interesante». Le preocupaba mucho el tema de la sanidad, porque la Seguridad Social en Argentina «no funciona como aquí, por ejemplo las personas iban a comprar una sola pastilla cuando lo necesitaban, porque no podían comprar más cantidades». «Cuando tenían que ir al hospital, el estado pagaba la operación, pero los pacientes tenían que llevar el algodón, los puntos de sutura, el alcohol...». Contaba Eduardo que en Argentina se cultivaba mucho algodón, e hicieron proyectos con las personas del campo, les hacían préstamos para cuidar el cultivo y se lo financiaban con la ayuda que recibía de los pueblos de España donde había estado de sacerdote.
El día 7 de Octubre de 2007, con 67 años, llegó a Hervás para tomar posesión de las dos parroquias (Santa María de Aguas Vivas y San Juan Bautista), y también de la de Gargantilla. Esperaba poder jubilarse en septiembre.
Al cumplir los 75 años, hace un escrito poniendo a disposición del Obispo la parroquia de la que era titular. Aunque ya no estaba a cargo de ninguna parroquia, «un sacerdote, nunca deja de ser sacerdote», decía.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.