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Padres afectados estudian medidas para que sus hijas tengan derecho a transporte escolar público.
“Nuestras hijas tienen derecho a autobús escolar, como los demás alumnos de Guareña”

“Nuestras hijas tienen derecho a autobús escolar, como los demás alumnos de Guareña”

Ruth, Rocío y Alicia estudian hostelería en Mérida y no pueden usar el autobús escolar por finalizar sus clases media hora más tarde que el resto

CRISTINA MORENO

Sábado, 6 de febrero 2016, 19:15

Tres jóvenes guareñenses, Ruth Galán, Rocío Reyes y Alicia Martin, luchan por conseguir que el autobús escolar que traslada a alumnos de Guareña, Oliva de Mérida y Valverde de Mérida, todos ellos estudiantes de institutos y escuelas emeritenses, pueda también llevarlas a sus clases en la Escuela Superior de Hostelería y Agroturismo Extremadura, un centro público. Ellas entran en clases a las nueve de la mañana y el resto a las ocho y media, finalizan a las tres de la tarde y los demás, que sí montan en este autobús, a las dos y media. El primer día vimos que el conductor no tenía una lista de alumnos y nos montamos en el autobús, pero al salir de clase nos llevamos una sorpresa: pasaron las tres de la tarde y el autobús no llegaba, argumenta Ruth, una de las alumnas afectadas. Inmediatamente, sus padres, enfadados, llamaron a la empresa que se hacía cargo del transporte para saber el motivo de este abandono y descubrieron que sus hijas no tenían derecho al autobús porque salían media hora más tarde que el resto y retrasaban la llegada de los demás jóvenes a sus casas. Pese a esto, en este vehículo, que tiene unas 50 plazas han comprobado que sobran 5, tres de ellas correspondientes a estas alumnas.

A partir de ahí comenzó una lucha que lleva ya más de 4 meses. En primer lugar, han hablado con el Sexpe, sin obtener respuesta. Después con Aula que es la empresa encargada de este servicio y la cual les dijo que ellos tenían fijados unos estatutos que no podían cambiar y que acordaran que la directora del centro permitiera que Ruth, Rocío y Alicia, salieran antes de la escuela. Lo hicieron, hablaron con ella, pero ésta se negó, ya que esto afectaría el transcurso de las clases, es decir, que perderían media hora de clase.

Alternativas a este problema

El curso transcurría normalmente y, como es lógico, ellas no podían faltar a clase, mientras tanto, eran sus padres, turnándose entre ellos, las llevaban y recogían en Mérida. Pero esto repercutía en los gastos de gasolina y, existiendo un servicio gratuito, ¿por qué sus hijas no podían disfrutar de ellos?, se preguntaban.

Entonces tuvieron la suerte de que una chica del pueblo, que trabajaba cerca podía llevarlas y traerlas porque su horario coincidía con el de las alumnas. Así lo hicieron durante algunos meses, pero por una baja laboral cambiaron su destino a Badajoz y se les acabó esta alternativa.

Hasta hace poco, Ruth, que es mayor de edad, utilizaba el coche de sus padres para que fueran a clase. Al salir del aparcamiento del centro, un chico les pegó un golpe y el coche se pasó unos días en el taller. Ya no fue el golpe, si no el hecho de que mi hija está poniendo en peligro su vida y la de dos menores argumenta Marisa Rodríguez, la madre de Ruth. El problema se agrava ya que los padres de ésta comienzan a trabajar y precisan de los dos vehículos de la familia.

Así que, el 20 de enero, los padres de las jóvenes han realizado un escrito a Alejandro Hidalgo, director del Ente Público Extremeño de Servicios Educativos Complementarios, en el que se demuestra que es viable que el autobús pase sobre las tres por la zona en la que estudian sus hijas. Lo hacen comprobando que sale a las dos y media del instituto Emérita Augusta y tarda unos 5 minutos en llegar al Santa Eulalia, de allí al Saénz de Buruaga tarda unos 9 minutos y, por último, llega al Albarrega tardando 12 minutos, todo ello con tráfico fluido, es decir, aproximadamente, 25 minutos en todo el recorrido. Muestran fotografías en las que se ve un coche detrás del autobús y la hora en la que va haciendo las paradas en el velocímetro. Así también, aseguran que el vehículo de Ruth le ha adelantado en varias ocasiones.

Con todo esto, esperan una respuesta y proponen que el autobús las deje y las recoja en el Palacio de Congresos, justo enfrente de la escuela. Si no reciben respuesta están dispuestos a todo, incluso a manifestarse en las puertas del ente público.

Mientras tanto, estos padres seguirán luchando porque sus hijas puedan disfrutar de un derecho que tienen todos los alumnos, el de un transporte escolar público y gratuito.

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