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Capilla de la Sagrada Familia todavía circula por la calle Salsipuedes.
Continúan las capillas domiciliarias con la difusión de la fe cristiana

Continúan las capillas domiciliarias con la difusión de la fe cristiana

Se trata de una hornacina de madera y un cristal que suele guardar la imagen de una Virgen, y que circula por los hogares según un orden preestablecido, que conserva una oración, la relación de 30 fieles, y una hucha para depositar limosnas

PEDRO FERNÁNDEZ

Jueves, 21 de abril 2016, 22:16

Después de muchos años manteniéndose la tradición de las capillas domiciliarias, todavía continúa recorriendo casas con la intención de prolongar la fe cristiana. Estas capillas, o capillitas u hornacinas, suelen ser de madera que contienen la imagen de un Santo o una Virgen protegida por un cristal, y surgen de la devoción a la Virgen y a los Santos por parte de una comunidad de vecinos.

En la idea de recordar y hablar de este tema se buscó quién podría tener en su casa una de estas capillas. Y comenzamos a preguntar por la vecindad, ¿tiene usted en estos momentos una capilla de la Virgen? ¡Uuuyyyy!, hace mucho tiempo que no viene, pero pregunte a la Francisca a ver si la tuviera. Y allá que fuimos a casa de Francisca. Tampoco estaba allí, pero nos remitió a María de los Ángeles. Y tampoco. Seguimos la ruta por dónde tendría que ir la capilla que informaban las vecinas Asunción, Concha, Magdalena, Paula, y por fin en casa de Isabel. Aquí dimos con la capilla de la Sagrada Familia. También circulan las capillas de Santa Gema, de la Virgen del Carmen, de Fátima, y otras que se mueven por los hogares según un orden preestablecido para unir en la oración y en la piedad a las familias devotas. Junto a ellas, a veces figuraban un libro de oraciones, otras veces la oración se coloca en la misma capilla, en una de sus puertas, también figura la relación de 30 personas que deberán pasar la Virgen una vez pase las 24 horas, aunque hay gente que no respeta esta norma, nos dicen. Cada capilla contiene una hucha para depositar limosnas.

Hay quienes cuentan que la influencia de la devoción a estas capillas vecinales y a las advocaciones que representan, fue fomentada desde la iglesia a las casas, como reacción al protestantismo. La propagación de esta tradición fue instantáneamente mantenida y consolidada por los devotos laicos, siendo las mujeres las que de manera preponderante cuidan y alimentan esta costumbre.

Celadoras y coros

En Guareña aún se mantienen en circulación y perviven estas prácticas gracias a la labor de las celadoras y coros. Las primeras, son las responsables de la capilla, buscar a la gente y luego de revisar y renovar la lista, si hiciera falta, aparte de recoger el dinero y llevarlo a la parroquia, es la encargada de invertirlo en un fin determinado. Hecho todo esto la pone de nuevo en funcionamiento, antes la limpia y prepara. En caso de que la capilla no llegue, la busca por las casas hasta dar con ella para ponerla en funcionamiento nuevamente. Es también la encargada de elaborar el listado y tiene que estar al tanto de la gente fallecida o que cambia de residencia. En cuanto al coro, son las mujeres que se encuentran en la lista de la capilla que va pasando de casa en casa de las mujeres del listado. Tiene una composición de treinta personas, y se pasan la capilla al anochecer, no reteniéndola más de veinticuatro horas, aunque hay quienes la mantienen días y por aquí viene el enfado propio de la vecindad.

Vecinas de la localidad informan que esta costumbre sirve de protección al hogar, de oración, que suele haber un rezo de saludo y otro de despedida.

Con respecto a la ornamentación de estas capillitas se decoran como si fueran verdaderos altares. En algunos casos de las que se han podido localizar en la población se talla la caja de madera con motivos florares como si fueran hornacinas que pertenecieran a un retablo, sirva de ejemplo la más elaborada en detalles de este tipo, la de la Sagrada Familia, dicen que elaborada por el maestro Marcelino García.

Los fines que persigue esta tradición es difundir la fe cristiana, popularizar ciertas imágenes, también fomentar un entorno familiar cristiano y, finalmente, el recaudar fondos para la parroquia. También algún avispado infante ha dado la vuelta a la Virgen, boca abajo, en más de una ocasión con el fin de que se caigan algunas monedas para uso propio, nos relataba otra vecina adscrita a la costumbre de recibir y pasar la capilla domiciliaria que todavía circula por las calles de Guareña.

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