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Retablo antiguo de Santa María se cubrió de polvo tras el suceso de 1900.
Hace 116 años se desplomó el cuarto tramo de la bóveda de Santa María, la inmediata al coro

Hace 116 años se desplomó el cuarto tramo de la bóveda de Santa María, la inmediata al coro

Eran las cuatro de la tarde del 28 de abril de 1900 y no había nadie dentro de la iglesia, el accidente provocó llevarse por delante el tejado de esa zona, el coro, la balaustrada y unas dos mil losas de mármol del pavimento

PEDRO FERNÁNDEZ LOZANO

Lunes, 20 de junio 2016, 10:19

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Hora aciaga sería la de las cuatro de la tarde del día 28 de abril de 1900, para la historia de Guareña, cuando se desplomó parte de la bóveda de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, más conocida por Santa María de Guareña. Así lo cuenta y firma el cronista en la revista En la Restauración y Consagración del templo de Santa María, de fecha 10 de junio de 1917.

Y providencial al mismo tiempo se consideró aquella hora por no haberse lamentado tragedia humana. Nadie había en el interior del templo cuando ocurrió aquella catástrofe.

Tuvo que ser aterrador estar dentro de la iglesia y ver el cielo abierto a través del hueco que provocó aquel siniestro. Debió oírse a varias leguas a la redonda del municipio. Se hundió el cuarto tramo de la bóveda; la inmediata al coro, llevándose por delante el tejado de esa zona, el coro y su maderamen, la balaustrada, y unas dos mil losas de mármol del pavimento de la iglesia, además de todo el templo cubierto de polvo. Eso dicen las crónicas de entonces. De todo aquello hace 116 años.

Inmediatamente se constituye una Junta de obras que la presidía el entonces alcalde, Juan Lucas Retamar, quien encomendó las obras de restauración al arquitecto Luis Saldaña.

Hoy, todavía hay personas que recuerdan cómo les contaron sus antepasados haber sido voluntarios trabajando con carretas y bestias retirando tierra de la iglesia. El pueblo respondió a la llamada de recolectar fondos para poder resolver el accidente ocurrido. Se recaudó hasta 43.000 pesetas, contribuyendo el obispo Pedro Casas con 5.000 pesetas. Cantidades que fueron invertidas en desmontar la armadura del tejado, sustituyendo la de madera por una nueva de hierro colocada sobre los muros.

Inmediatamente se pone en marcha una junta llamada La Reparación del Templo de Santa María, bajo la presidencia del alcalde Lucas Retamar. La junta eligió para la reparación y reconstrucción del templo al arquitecto Ricardo G. Guereta, que participó en la construcción de la catedral de la Almudena de Madrid, y a su colega Eugenio F. Quintanilla. Éstos reconstruyeron todo lo derruido pero utilizando materiales más ligeros y terminaron toda la obra en 1917.

Y ocurrió en el proceso de la restauración algo similar a cuando se construyó el templo en 1557 (Siglo XVI) durante el reinado de Felipe II. Entonces Sancho de Cabrera inició las obras de Santa María y anduvo a malas con los oficiales dejando la obra dos años después. No iban bien las obras y las relaciones de Sancho de Cabrera con las autoridades eran tirantes, recoge Juan García-Murga en su libro sobre la iglesia de Santa María. El Cabildo de Plasencia envía al maestro Rodrigo Gil de Hontañón a que viera cómo iban las obras que había empezado Cabrera. No le gustó al arquitecto salmantino porque iba muy falsa y errada y se hizo cargo de ella. Y en el 1900 (Siglo XX) sucede lo que recordamos en esta sección del mes de junio, el derrumbe de una parte de la bóveda de Santa María, posiblemente fruto de aquel arranque de Cabrera mal llevado y que en la restauración, primero, la inicia el equipo de Saldaña, y segundo, la terminan los arquitectos Guereta y Quintanilla, quienes vinieron de Madrid por disposición de Manuel Dorado Pizarro y llevaron a feliz término las obras.

Se consiguió aligerar peso en los materiales empleados, todas las bóvedas fueron retocadas, se colocó una nueva balaustrada de piedra en la tribuna, y 2.200 losas de mármol se pusieron en el pavimento. El retablo del altar mayo fue primorosamente limpiado, así como las vidrieras, reponiendo en ellas multitud de cristales, según cuenta el cronista de entonces.

El importe de las últimas obras, unas 47.000 pesetas, fueron donadas por el excmo. Sr. Ministro de Gracia y Justicia, Ilmos. Sres. Obispos D. Francisco Jarrín y D. Ángel Regueras, Excma. Sra. Marquesa de la Sagra y por los vecinos todos del pueblo. Además con fondos particulares, se restauraron los retablos del Rosario, del Cristo de las Aguas, de la Soledad y Purísima, así como el de San Matías y el Resucitado. Durante este tiempo fue refundida la campana verde; y fueron pintadas y reforzadas con hierro y madera las tres puertas de la iglesia.

Tantas obras se realizaron con este siniestro, que, fácilmente puede el cronista de entonces haber incurrido en algún involuntario olvido, del que rogó al lector le dispensaran. La reapertura se realizó solemnemente el 9 de junio de 1917 consagrándose el templo por el obispo de Plasencia, Ángel Regueras López.

NOTA ACLARATORIA

La fotografía que ilustró HOY Guareña en el artículo correspondiente al mes de mayo de esta sección Guareña en el recuerdo, bajo el título Cuando la uva de Guareña valía su peso en oro, equivocó la autoría por otra imagen muy parecida a la publicada, que corresponde a sus autores Luis Hidalgo Fernández-Cano y Ramiro Campos Nordmann.

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