

PEDRO FERNÁNDEZ LOZANO
Sábado, 5 de noviembre 2016, 12:07
Ha fallecido hoy el organista y sacristán de la parroquia Ángel Banda Pino. Ha muerto en Badajoz a los 88 años, con lo que se para la caja de música de la parroquia. Relevó a su padre Eduardo Banda de organista en la parroquia cuando tenía 17 años (1945) y desde entonces no paró de tocar el órgano tanto en Santa María como en San Gregorio, y también en el colegio Nuestra Señora de los Dolores. Más de 70 años de servicio a la iglesia (1945-2016). Mañana a las 11.00 horas será la misa corpore insepulto en la iglesia de Santa María en su honor y memoria que recibirá los mayores honores fúnebres por quien fuera el mayor hijo fiel y comprometido que animase las misas.
Si ayer viernes el pueblo vivía una tarde aciaga con la muerte de un hombre joven A.N.L. (48 años), producto de un accidente con su tractor, dejando viuda y tres pequeños hijos, hoy la conmoción se apodera de nuevo y llega a los vecinos con la noticia funesta de la muerte del organista y sacristán Ángel Banda.
Ángel Banda Pino nació el 2 de octubre de 1928, en Cuatro Esquina, 12, de Guareña. A sus 88 años aún tocaba el Chassaigne Freres, un piano de más de un siglo, que se lo compraron a su madre Agustina Pino Jiménez cuando Ángel sólo tenía ocho años. La madre profesó sus labores cotidianas de casa, y el padre, Eduardo Banda Sánchez-Porro, procedía de Don Benito y se enamoró en Guareña, siendo organista y sacristán de la iglesia de Santa María. Ángel fue el más pequeño de tres hermanos, Pedro y Mercedes.
Como dijera Francisco de Quevedo y Villegas, se diría que fue un hombre a un piano pegado y por ello calificamos su trayectoria hace tres años en HOY Guareña, como la caja de música de Santa María.
Estudió solfeo cuando tenía 6 ó 7 años con el director de la banda municipal de Guareña, Julio Pérez Cortés Pajuelo, en los bajos del Ayuntamiento. Me acuerdo que íbamos a la Banda de don Julio al Ayuntamiento y por entonces éramos Caraballo, Cipriano, Roldán, Carlos, unos niños, yo tendría unos 7 años y tocaba el acordeón, relató Ángel en una entrevista concedida a esta redacción. La banda de música a la que refiere se fundó a principios de los años 30, cuando era alcalde Santos Anselmo Sánchez Cortés (en la Segunda República); más componentes fueron Barea, Molina, Valadés, Sánchez, Cerrato, Pizarro, Santos, Sosa, Montero, y otros.
Por el año 35 cogió el hábito de monaguillo junto a Lorenzo Nieto, Antonio Nieto, Luis Malfeitos, Tomasito, cuando estaba de párroco Juan Manuel Barrero, que vivía en la Plaza Vieja, hoy casa de los López; y estaba de coadjutor Daniel Lozano, puntualizó Banda.
Cuando la guerra civil Ángel tenía 7 años. Todavía recuerdo aquellos días tristes caminando por mi calle sorteando cuerpos sin vidas evitando no pisarlos, me impresionó mucho, recordó en la entrevista en Gente Cercana. Contó también que en plena contienda civil entraban bestias en la iglesia, entonces estaba de cura Fernando Merino, quien recogió piezas del retablo que, con dos maromas grandes lo tumbaron al suelo; el órgano también se lo cargaron, era de fuelle, lo tocaba mi padre y Francisco Jiménez el herrero, éste daba a los fuelles para que entrara el aire, porque se necesitaba a alguien para tocar el órgano; este mismo también daba la cuerda al reloj de la torre.
Ángel Banda estudió piano con su padre Eduardo que murió con 55 años cuando su hijo era muy joven, unos 17 años aproximadamente. Fue entonces cuando tuvo que suplir a su progenitor de organista en la iglesia de Santa María hasta hoy, 71 años pegado a los fuelles y teclas del órgano del citado templo. En los últimos años ya no profesaba tanto la función de sacristán debido a su enfermedad renal. Pero sí custodiaba las llaves de las puertas de Santa María, y conocía al detalle los rincones de la gran fábrica sacra y sabía más que nadie dónde se guarda una cosa y otra. Fueron muchos años a la sombra de esta iglesia que está a pocos metros de su casa. Es lo primero que veía Ángel cuando salía de su vivienda todas las mañanas, el atrio, el campanario, y su fachada lateral derecha.
Más de 20 curas
Desde que fuera organista hasta nuestros días ha conocido más de 20 curas entre las dos parroquias que eran antes, hoy unidas Santa María-San Gregorio. Entró cuando era párroco de Santa María Recaredo Gómez, después vinieron Eusebio Ceballos, Francisco García, Antonio Agudo, Alejandro Pizarro, José Martín, Francisco Clemente, Miguel Galeano, Manuel Arenas, Eduardo Martín, Pedro Sánchez, José Luis Martín, Ismael Pastor y Eugenio Albalate; en cuanto a San Gregorio, Felipe Amador, Enrique Sánchez, Maximiliano Sánchez, Ramón Serrano, Ramón Timón, Ángel Merino, y Diego Cáceres. Todos estos titulares párrocos y coadjutores que ejercieron su Ministerio en Guareña, se unieron otros que de forma muy pasajera también conoció Ángel con la misma paciencia que le caracteriza, pues con ninguno tuvo contrariedad alguna, una gran virtud que le atesoró siempre.
Con los años y conocimientos de música creó una academia de piano en su casa que impartía clases a los jóvenes del pueblo, me he tirado más de 20 años dando clases de música, mis primeros alumnos fueron los hijos de don Pedro Sánchez, Pedro, Paco y Carmen, recordó en su día Banda.
Se casó con Amparo Parejo Gómez el 3 de marzo de 1972, y fruto de su matrimonio nacieron tres hijos, Agustina María, Amparo y Pedro. La primera estudió hasta 4º de piano, Amparo hasta 2º de piano, y Pedro hizo solfeo, también estudia piano.
Deja en su casa un piano español, de los hermanos Aguirre, de Madrid, adaptado a un teclado Yamaha. Y otro mucho más antiguo, el Chassaigne Freres que referíamos al principio de la noticia. Todos los días Ángel se relajaba tocando el primero, no había día que al pasar por su vivienda no se escuchara las notas del piano. Se diría pues, que su casa fue una caja de música como lo era él cuando entraba en Santa María.
Durante muchos años ha tocado a los grandes de la música, admirando a Bach, al órgano; y Beethoven, Chopin, y Mozart, al piano. Sin olvidarse de los españoles Falla, Granados, y otros.
Hombre paciente y religioso
La Hermana Serafín le conoció bien. En 1958 me dio clases de música, venía al colegio por las tardes y daba piano. Era muy paciente, respetuoso, admiré de él que nunca perdió la alegría y la paz cuando había errores en el coro. Nunca sintió el ridículo. Añade la hermana religiosa que fue profundamente religioso y servicial, se comprometió a cantar las alabanzas del Señor mientras hubiera vida.
Informa la hermana Serafín que los párrocos Manuel Arenas y Eduardo Herrero le asignaron una gratificación porque siempre todo lo hacía desinteresadamente, se tiró 24 años sin pedir nada a cambio. La monja siente profundamente la muerte de Ángel y cree que mañana en su despedida debe sonar más que nunca el órgano de Santa María, a la misa de mañana deberíamos asistir todos por gratitud a él y el coro deberá estar presente.
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