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El esquileo de las bestias que Primitivo hacía en la era de El Palomar. Cedida
Cuando Primitivo Redondo hacía un arte del esquileo con las bestias
GUAREÑA EN EL RECUERDO

Cuando Primitivo Redondo hacía un arte del esquileo con las bestias

Una operación higiénica que recibían las burras y las mulas en la era del Palomar que favorecía la respiración cutánea, denominado popularmente «el pelao de las bestias»

Domingo, 16 de octubre 2022, 11:29

En Guareña las caballerías fueron los animales de tiro que ayudaban, persistentes, en las faenas agrícolas, Una de las operaciones higiénicas, que habitualmente recibían los cuadrúpedos y que les favorecía la respiración cutánea, era el esquileo, popularmente denominado «pelao de bestias» o «pelaor de burros».

Se solían pelar una o dos veces al año. El dueño conducía el animal a las afueras del pueblo, «al lejío», junto a los tapiales de un cercón, o cerca, en las eras del Palomar de Guareña. Allí se encontraba el esquilador Primitivo Redondo, quien realizaba su digna tarea al aire libre. Si llovía, lógicamente, había de colocarse a cubierto, no precisamente por el que pelaba, sino porque la esquila no se podía realizar sobre animales con el pelo mojado. O esperar a otro día.

En el invierno, los animales en libertad pierden calorías y el pelo compensa esta carencia para afrontar el frío. Sin embargo, los animales domésticos no tienen problemas de alimentación que alteren sus calorías y el esquileo facilita la respiración de los poros de la piel ante los sudores del trabajo.

Primitivo en pleno proceso del pelao de una burra. Foto CEDIDA

El pelador era el encargado de esta tarea que comenzaba por tomar sus particulares medidas de precaución. El cuidador del animal despojaba la albarda, una mantita, el bozal, las jáquimas… Y el esquilaor lo primero que hacía era «estudiar» al animal, le veía el pelaje, «maneaba» al animal las patas de atrás con una soga y la unía con las «manos» delanteras, le ponía el «puro» en la boca para que estuviera quieto y no molestara al pelador.

Con un peine de hierro cepillaba el lomo del animal para quitarle suciedad y polvo del pelaje. Y a continuación cogía la máquina para pelar a la bestia. La máquina que usaba tenía dos peines. El pelador la cogía con dos manos. La mano izquierda era de guía, la que conducía, y la mano derecha la que pelaba, la que hacía el corte que se va moviendo rápidamente, abriendo y cerrando.

El esquilado en bestias tiene una forma peculiar: se pela la parte superior, y del ijar para abajo se dejan los pelos al natural.

Las herramientas que utilizaban en el «pelaó» eran dos: la máquina, una cortadora manual, y las tijeras especiales, con las que el pelador dibuja los adornos en el animal. Las tijeras manuales se utilizaban para todo: para hacer las rayas, para pelar las orejas, las crines, la rabera… todo, para todo se usaba. La tijera y la máquina lo que más se usaban. La máquina hace el trabajo más fino y la tijera lo hace más «basto». También utilizaba un banqueta para subirse y desde ella pelar al animal con mayor comodidad.

El «esquilaó» hacía «la raya» al animal para que quedara más bonito, y después los adornos. Los adornos en las caballerías solían ser figuras geométricas y referencian a los frutos del campo, como por ejemplo, una espiga; también las iniciales del dueño del animal.

Solía empezar por el rabo y acabar con los adornos. El esquileo solía llamar mucho la atención a los niños y cuando el abuelo decía «¿venís a ver esquilar a la burra?», los nietos acompañaban al abuelo a la era y a ver a Primitivo su arte digno de pelar al animal. Se convertía el «pelao de las bestias» en un acontecimiento mientras durara la «pelá». Hasta las bestias salían más ligeras y contentas de la «peluquería».

La mecanización de las tareas agrícolas ha disminuido la presencia de las caballerías. Esto, lógicamente, fue la causa de que los que se dedicaban al esquileo lo fueron abandonando; y lo que antaño era un oficio cotidiano, hoy se ha convertido en recuerdo, en una curiosidad o suerte por verlo. Primitivo no solo pelaba a las bestias en la era, sino también tenía encargos de trasladarse al domicilio y en el corral, o en la cerca, hacía el pelao de los animales.

La imagen que ilustra esta sección de «Guareña en el recuerdo«, recoge a Primitivo esquilando subido a una banqueta al lado de la última vivienda o cercón, lo que hoy es calle Don Benito. Niños presenciando el esquileo, los dueños conversando y esperando la vez que le toque pelar a sus bestias que esperan pacientemente, el jato con la albarda y unos canastos, el perro, y cinco bestias (tres burras y dos mulas). Un gran montón de pelos garantizaban la actividad frenética del esquileo de Primitivo. Una fotografía que ya es difícil componerla porque lo que era el esquileo de antaño, ya forma parte del recuerdo de Guareña.

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